Pasajero Sábado, 16 marzo 2019

Aparece la entrevista a Quino, el creador de Mafalda, que se consideraba perdida

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Quino junto a Mafalda en Buenos Aires. Foto de Mafalda Oficial

En los años setenta, en España, el periodista Joaquín Soler Serrano entrevistó a los artistas más importantes de Hispanoamérica. Por su programa, A fondo, pasaron escritores, pintores y músicos como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Salvador Dalí, Ernesto Sabato o Atahualpa Yupanqui. Entrevistó también a los peruanos Chabuca Granda y Manuel Scorza.

Muchas de esas entrevistas han llegado a nosotros solo por fragmentos (las de Jorge Amado y Alejo Carpentier, por ejemplo) y de otras no se conserva ningún registro. Hasta hace poco, no podía encontrarse en internet la entrevista que Soler Serrano le hizo a Vargas Llosa en 1976, hasta que el canal Raridades la subió a YouTube en diciembre de 2016. (Escribí una nota sobre esa entrevista, que puede leerse aquí).

Este mismo canal subió hace tres semanas otra de las notables entrevistas perdidas de A fondo: la que se hizo al historietista argentino Joaquín Salvador Lavado, Quino, el creador de la mítica Mafalda.

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Quino en la entrevista realizada por Joaquín Soler Serrano

La entrevista no tiene pierde. Aborda el origen de la vocación de Quino (el tío publicista, la experiencia en Bellas Artes, la propia experiencia en publicidad); algunas características de su personalidad (la extrema timidez, la inutilidad para “cualquier asunto práctico”, el pesimismo y la angustia); y, por supuesto, Mafalda: la génesis del personaje así como de quienes la acompañan, el éxito que tuvo y el agotamiento que generó en su creador.

He transcrito aquí algunos fragmentos de la entrevista, aunque, por supuesto, recomiendo verla completa. Sirva esta nota para comentar, también, que ya está en Lima El mundo según Mafalda, la exposición itinerante que  permanecerá en la ciudad hasta el 14 de abril.

Ser historietista no parece una profesión

Mis hermanos mayores me tuvieron siempre mucha paciencia. O sea, cuando dije que quería dibujar historietas, me aguantaron que yo no estudiara otra cosa que eso, que para mucha gente no es una profesión, porque mucha gente me dice: “Bueno, y usted, además de ese hobby que tiene, ¿en qué trabaja?”

Por qué no dibuja sobre actualidad

Yo he tratado siempre de no [dibujar sobre] una actualidad rigurosa; hay gente muy buena en la Argentina que lo hace, pero, claro, ¡es un trabajo perdido! Porque hablan, por ejemplo, sobre un ministro que, a los dos meses, no está más, y ese chiste no se entiende más. […] Yo prefiero que mis cosas sean temas, digamos, permanentes.

Por qué no suele dar entrevistas

Las entrevistas hay que hacérselas, por ejemplo, a actores, que siempre están interpretando otros roles, entonces uno nunca sabe cómo son ellos. Yo creo que un dibujante como yo, lo que tengo que decirle a la gente se lo digo con mis dibujos. A mí me gustan muchísimo los Beatles, y jamás me interesó saber si a John Lennon le interesa más la mermelada de naranja o las ostras, no sé.

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La escuela de Bellas Artes de Mendoza

—Recordemos que Quino estudió en la Escuela de Bellas Artes de Mendoza durante unos años…

—Sí, dos nada más, porque era aquello de dibujar jarrones con un trapo detrás, y una guitarra y… era muy aburrido.

No quería crear un personaje

Yo nunca pensé tener [un personaje]. Además, los dibujantes que tenían personajes me aconsejaron no tenerlo nunca porque es una esclavitud, y es cierto. Pero además arruina el dibujo de uno, porque el hecho de dibujar siempre a una medida determinada, siempre los mismos personajes […] limita mucho.

Las revistas donde colaboré son un cementerio

El periodismo en Argentina está lleno de revistas que, no sé, por la mala administración, por lo que sea, se han muerto todas. Toda mi lista [de revistas] donde he colaborado es un cementerio.

El pesimismo

—En realidad, tiende el humorista más que, como se piensa, a ser un hombre divertido, a ser un hombre pesimista

—Sí, yo soy muy pesimista, o depresivo… Es que, sí, a mí la realidad me angustia mucho. Entonces supongo que uno, por el lado del humor, trata de más o menos sobrellevar la vida. Que, un poco, supongo que también es la función que cumple el humor respecto de los lectores.

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“Los aliados no echamos a Hitler con tinta china”

—El humor, en el caso vuestro, está haciendo muchas más cosas: está retratando un poco la sociedad en que vivimos, como un espejo deformante…

—Sí, pero creo que no sirve para más que eso. Porque hay gente que dice que, bueno, “el humor puede hacer pensar a la gente”. Pero no: hace poco […] estaban reporteando a un dibujante norteamericano […] y le preguntaron justamente esto: “¿Usted cree que la historieta puede crear conciencia en la gente?”. Y él dijo: “Los aliados no echamos a Hitler con tinta china”. Y me parece una respuesta excelente.

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El origen de Mafalda

—Ahí empieza el trabajo de Quino […] con agencias de publicidad.

—Sí, hice mucho en la Argentina.

—Y precisamente de una agencia de publicidad, sale la idea de la historieta con una niña, ¿no?

—Con una familia. Tenía que ser lo que se llama allí una “familia tipo”, que es un matrimonio con dos hijos. [Una publicidad] para electrodomésticos. Y bueno, la idea de esta agencia era que esta familia usara electrodomésticos, y que se viera más o menos que eran los de la marca de ellos. Esa idea fracasó porque los diarios dijeron que eso era publicidad y que había que pagarla. Entonces, quedó esta historieta dos años allí, en un cajón. Y un amigo periodista, que trabajaba también en una revista, me dijo que si no tenía algo que fuera a la página de humor. Bueno, le llevé eso, y empezó a publicarse ahí. Le empezó a gustar a la gente […] uno iba a una oficina y estaba la historieta recortadita ahí pegada.

—Ese es el nacimiento de Mafalda.

—Sí. Hasta que un editor […] me dijo que “ya que a la gente le interesa tanto, podríamos sacar un libro”. Y se hicieron 5 mil ejemplares para probar y se agotaron en dos días. Y ahí empezó esto.

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Una de las muchísimas tiras sobre la Iglesia y la fe que publicó Quno

Es una injusticia ser conocido solo por Mafalda

—Y sin embargo, Mafalda, a pesar de que supone en ciertos momentos una carga muy pesada para su creador, es la que hace a Quino conocido

—Sí, pero a mí no me gusta eso. Yo llevo ya once años haciendo otras cosas, y entonces me parece un poco una injusticia.

 

El fin de Mafalda

—El problema en los últimos tiempos [de Mafalda], ¿cuál era, Quino? ¿Que tenías un poco la sensación de que ya esto era…?

—De que me estaba empezando a repetir, y eso me pareció deshonesto, vamos. No quería que mi historieta fuera como esas que tienen ya cuarenta años y que uno las lee por costumbre, y que uno las lee por costumbre.