Pasajero Lunes, 2 diciembre 2019

Cincuenta años sin Arguedas

El 2 de diciembre de 1969, murió José María Arguedas. Terminaba así una agonía que había empezado cuatro días antes, el 28 de noviembre, cuando se disparó un balazo en la sien.

En este post recogeré algunas valoraciones sobre Arguedas, uno de los artistas e intelectuales más importantes de nuestra historia: fue escritor, antropólogo, etnólogo, traductor, profesor universitario, investigador y divulgador. Una ocasión como esta nos invita a volver sobre el conjunto de su obra, con la que uno puede familiarizarse desde diversos frentes, y también nos lleva a reflexionar sobre la relevancia de una figura como la suya en una sociedad como la nuestra.

baldomero pestana

Arguedas retratado por Baldomero Pestana

La última semana

En 2013, el politógolo Carlos León Moya publicó en Buensalvaje una crónica sobre la última semana de José María Arguedas: a partir de los testimonios de personas cercanas a él e investigadores de su vida, León pudo reconstruir esos días finales. Queda claro que Arguedas programó su muerte atendiendo al calendario de Universidad Agraria, donde trabajaba, y resolviendo sus asuntos pendientes: quería molestar lo menos posible.

Pueden leerla aquí.

maximo damian

El violinista Máximo Damián en la tumba de José María Arguedas

La vigencia de lo andino

Carmen María Pinilla publicó ayer, en El Dominical de El Comercio, un artículo donde reflexiona sobre «la vigencia de lo andino», transcurridos estos cincuenta años desde la muerte de Arguedas. El escritor andahuaylino era un científico social y además un entusiasta divulgador de las manifestaciones artísticas y culturales que conocía en sus viajes por el Perú (recuerden su influencia en Sigo siendo, el documental de Javier Corcuera que recorre las distintas músicas del país y al que incluso le dio título: la voz quechua Kachkaniraqmi, que puede traducirse como «Sigo siendo», era una expresión habitual de Arguedas).

En 1957, luego de conocer en el Cusco los documentales cinematográficos de Andrés Alencastre, Manuel Chambi y Eulogio Nishiyama, publicó un artículo en El Dominical donde afirmaba que «películas como las que me atrevo a comentar han de formar la levadura, los elementos primarios, el instrumental informativo, el suelo sobre el cual podrá edificarse una gran cinematografía peruana, la más original y artística del nuevo mundo». (Creo que también se podrían leer estas declaraciones a la luz de La revolución y la tierra, el documental de Gonzalo Benavente sobre la Reforma Agraria de Velasco y sus efectos en la sociedad. Como sabemos, este documental está construido sobre la base del archivo audiovisual del país, algunos de cuyos documentos calzan perfectamente en la descripción que hace Arguedas. También conviene recordar que tanto el inicio de la Reforma Agraria como la muerte de Arguedas ocurrieron el mismo año).

Pinilla concluye que, cincuenta años después,

esa esperanza suya, “firme y difusa” al mismo tiempo, de que el mundo indígena irrumpiese y moldease la cultura nacional se ha realizado, como tantas otras intuiciones. Lo comprobamos al apreciar la proliferación de valiosísimas películas de factura andina, reconocidas en todo el mundo. Y, en realidad, se comprueba, asimismo, en tantas otras producciones culturales modernas. En ellas se advierte inconfundible la potente matriz cultural originaria.

Pueden leer aquí el texto de Carmen María Pinilla, una de las más importantes investigadoras de la vida y la obra de Arguedas.

Arguedas vuelve a casa

Los restos de José María Arguedas, nacido en Andahuaylas en 1911, descansaban en el cementerio El Ángel de Lima. En esta crónica, Pedro Escribano relata cómo, entre junio y julio del 2004, un grupo de andahuaylinos, hartos de esperar sin éxito la autorización para exhumar los restos del escritor, montaron un operativo para trasladarlos clandestinamente hasta su tierra natal.

El texto de Pedro Escribano, publicado en La República, puede leerse aquí.

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Celebraciones por el regreso de Arguedas a Andahuaylas en 2004. Imagen de Huachos.com

El antropólogo

Aunque Arguedas es conocido sobre todo como narrador (algunos de sus cuentos son de lectura obligada durante la formación escolar), la verdad es que desarrolló un trabajo más intenso (y más extenso) en el campo de las ciencias sociales. En 2013, la Editorial Horizonte publicó los siete tomos de su Obra antropológica, donde se incluye además los textos que no fueron recogidos en los primeros cinco tomos, publicados en 1983, dedicados exclusivamente a su obra literaria. Esta nota del antropólogo Alberto Ñiquen desarrolla algunas ideas sobre la importancia de esta publicación.

Ñiquen también publicó esta nota sobre las investigaciones musicales que realizó Arguedas, especialmente durante su trabajo en el Instituto de Estudios Etnológicos.

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Los tomos de la Obra antropológica y cultural de Arguedas que se suman a los cinco anteriores, que recogían su obra literaria

Cuentos

Como autor de ficciones, Arguedas publicó novelas (El Sexto, Los ríos profundos, Todas las sangres), cuentos (reunidos en Agua, La agonía de Rasu Ñiti y El sueño del pongo), y un libro que es a la vez una novela, un diario y un testamento, El zorro de arriba y el zorro de abajo. Aunque sus libros más conocidos se pueden encontrar a precios muy cómodos en librerías de viejo, y algunos han regresado al mercado en bellísimas reediciones, es una lástima que la mayoría de su obra literaria no se encuentre disponible en internet, al alcance de quienes quieran leerlo pero no puedan, todavía, adquirir sus libros. Dejo aquí algunos links donde se puede acceder a algunos cuentos suyos. Aquí se pueden leer El barranco, El joven que subió al cielo y La muerte de los Arango. Y aquí está El sueño del pongo, que también pueden escuchar aquí leído por el mismo Arguedas.