Pasajero Domingo, 21 abril 2019

Antes de que te dieras cuenta, Sansa ya estaba allí

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Todavía Sansa Stark es uno de los personajes más odiados de Game of Thrones. Todavía, a pesar de todo lo ya visto. Hace unos días, cuando Útero republicó un texto que escribí en 2017 sobre Sansa Stark, los comentarios fueron sobre todo insultos, contra ella por estúpida y contra nosotros por siquiera pensar que merecía un homenaje.

En fin, ya ni siquiera dan ganas de enfrentarse a los fans que la desprecian. Ellos no están obligados a quererla ni ella a hacerse querer. Esta vez me gustaría dirigirme, más bien, a quienes se acaban de subir al carro de la Señora de Invernalia, y ahora le reconocen inteligencia, astucia y escepticismo. Ahora. Recién ahora.

No voy a recurrir a las grandes escenas de Sansa (los mejores enfrentamientos con Joffrey, los diálogos con la amante de Ramsay Bolton, su intervención en la batalla de los Bastardos o el juicio a Petyr Baelish) sino a escenas que podrían incluso considerarse secundarias en la trama, que no suelen aparecer en los “homenajes” a Sansa, y que sin embargo revelan algunos rasgos de su transformación. Desde ya adelanto, eso sí, que dicha transformación empezó en la primera temporada, apenas decapitado su padre, y que desde entonces sus errores han tenido consecuencias terribles, sí, pero solo sobre ella, y en cambio sus aciertos han determinado el bienestar de la comunidad que ahora tiene a su cargo. Antes de que el público la perdonara, antes de que le reconocieran mérito ninguno, Sansa ya estaba allí.

Los ojos de Sansa y la cabeza de Joffrey

Joffrey lleva a Sansa a observar la cabeza de su padre. Ella se niega, pide misericordia; él la obliga. Observen la transformación: Sansa levanta la cabeza y su mirada ya es otra: entiende que el rey disfruta con su sufrimiento y no se lo va a conceder. Joffrey insiste: “Y luego traeré la cabeza de tu hermano”. Ella, sin dejar de mirar la cabeza de Ned, le responde: “Quizás él me traiga la tuya”. Por esa insolencia, Sansa recibe dos cachetadas de Meryn Trant ordenadas por el rey. Ambos están sobre un puente que, desde una gran altura, comunica dos ambientes del castillo; Sansa mira el abismo y se decide: se acerca a Joffrey con la intención de empujarlo, aun a riesgo de caer con él, pero el Perro la detiene. ¿Por qué lo hace? No queda claro si actúa para proteger al rey, a Sansa o a sí mismo (qué gran personaje es el Perro, por cierto).

Todo eso ocurre en el décimo episodio de la primera temporada. LA PRIMERA TEMPORADA. No sé qué tanto han estado esperando para prestarle atención.

La confesión a Olenna

Cuando Margaery Tyrell se compromete con Joffrey, lady Olenna convoca a Sansa para que esta le confirme si son ciertos los rumores sobre la crueldad del rey. Sansa, a estas alturas, ya lleva un tiempo jugando su papel de niña sumisa, convencida de que solo así podrá sobrevivir. “El rey es muy justo, y apuesto, y valiente como un león”. No tiene ninguna intención de decir la verdad, hasta que interviene lady Margaery: “Voy a ser su esposa; solo deseo saber a qué atenerme”. Sansa ya sabe que no debe confiar en nadie, y que su honestidad puede comprometer su vida, pero entiende que sus palabras podrían, si no salvar, por lo menos advertir a la mujer que le sucederá. Entonces, habla: “Joffrey me prometió ser misericordioso y le cortó la cabeza a mi padre. Me dijo que aquello era misericordia, y me llevó a las murallas y me obligó a verla clavada en una pica”.

(Solo encontré la escena doblada al español de Eshpaña)

Pudieron ser amigos

Cuando ya son esposos, Sansa y Tyrion están paseando por la capital. Unos hombres se burlan de la pareja y Tyrion, en voz baja, dice sus nombres. Sansa le pregunta qué es lo que hace y Tyrion le explica que quiere recordar sus nombres para, más tarde, castigarlos. La escena dice varias cosas. Primero, que se tenían por amigos y aliados (hay una camaradería que se evidencia en el “¿Cómo vaMOS a castigarlos?” de Sansa). Segundo, que Sansa hubiera aprendido lo mismo que aprendió luego, pero sin tanto dolor, de haber permanecido más tiempo al lado de Tyrion. Y tercero, este corto diálogo muestra una de las cualidades que Sansa aprovechará más tarde: su memoria. Recuerda los nombres de los hombres que se burlan de ambos, habiéndolos escuchado apenas una vez.

Palabras falsas, lágrimas reales

Cuando muere Lysa Arryn, los caballeros del Valle interrogan a Petyr Baelish. Sansa está en Nido de Águilas haciéndose pasar por sobrina de Meñique, y en el interrogatorio revela su identidad: es la hija mayor de Eddard Stark. Todo cuanto dice en su primera intervención es cierto: “Desde que mi padre fue ejecutado, he sido rehén en Desembarco del Rey, un juguete que Joffrey torturaba y que la reina Cersei atormentaba. Me pegaban, me insultaban e incluso me casaron con el Gnomo. No tenía amigos en Desembarco del Rey”. Y agrega: “Excepto uno”, en clara alusión a Baelish. Esa es la primera señal del cambio de su discurso. Ahora Sansa mezcla la verdad (lady Arryn estaba loca, estaba enamorada de Baelish, era demasiado celosa) con una importante mentira (Lysa Arryn se suicidó). Termina rompiendo en llanto y es consolada por la anciana lady Anya Waynwood. Las lágrimas de Sansa son auténticas, como lo son su miedo y su desprecio por los Lannister, pero sus palabras ya no son del todo ciertas: utiliza su emoción para obtener de ella un beneficio. Tampoco es cierto que Sansa piense en Baelish como un amigo: más tarde le dirá que lo salvó porque no sabía qué habría sido de ella si lo ejecutaban, y que ella sabe lo que él quiere (la verdad es que no lo sabe. Sansa parece creer que Baelish está enamorado de ella, o por lo menos sexual o políticamente interesado en ella, y toma esa atracción como una garantía. Sin embargo, Meñique no tardará mucho en venderla a los Bolton).

La intendencia de Invernalia

En la escena previa a su reencuentro con Bran, Sansa aparece administrando el Norte. Ordena al maestre que cada casa leal a los Stark envíe alimentos para que estos puedan conservarse en los almacenes de Invernalia, de manera que el castillo se afirme como punto de reunión ante una crisis. Además, mientras pasea junto a Baelish, indica a los herreros que coloquen cuero bajo los petos de metal, de modo que estos protejan del frío a quienes los usen. Es una escena breve pero elocuente: la intendencia suele aparecer poco en la serie, pero es necesaria para que los reinos se mantengan. Sansa no solo ha aprendido a jugar el juego político (observen, como ejemplo, el diálogo inmediatamente posterior con Baelish), sino que ha agregado a sus cualidades la capacidad del gobierno.

Otra vez, el español de Eshpaña:

Y solo para terminar: qué gran actriz es Sophie Turner. Su interpretación está a la altura de todos los virajes de su personaje. Utiliza sus ojos, su llanto contenido, su altura y su altivez: el tránsito de la niña insoportable de los primeros capítulos a la gobernante del Norte que aparece en los últimos difícilmente podría haberse encarnado mejor. Un brevísimo ejemplo: el gesto con en el que se pregunta, en el primer capítulo de la octava temporada, “qué comen los dragones, a todo esto” (min. 2:37 del video), es una imitación perfecta de la voz y las formas de Cersei.