Pasajero Jueves, 10 marzo 2016

#VargasLlosa80: 9 momentos por los que Vargas Llosa también es brillante con la palabra hablada

#VargasLlosa80: la palabra hablada

animalpoliticocom

Mario Vargas Llosa. Imagen tomada de animalpolitico.com

Cada vez que sé que voy a hacer un viaje largo por la ciudad (para ir a trabajar, estudiar, reunirme con amigos o realizar un trámite), guardo en mi teléfono algunos audios que pueda escuchar mientras esté en el bus. No sé si conseguiré asiento para leer o dormir tranquilo, así que tener esos audios me ayuda a estar seguro de que, si al final viajo de pie, al menos tendré algo que me distraiga.

Guardo música, claro, pero cuando se trata de esos viajes, prefiero los audios de conversaciones e historias: documentales, entrevistas, cuentos, conferencias, podcasts. Como no hablo inglés, mi campo de posibilidades se reduce a todo lo que esté dicho en español o completamente doblado a ese idioma. Por eso, en el caso de las entrevistas y las conferencias, los protagonistas tienen, necesariamente, que ser hispanohablantes. Mis tres preferidos son el filósofo español Fernando Savater, el escritor argentino Ricardo Piglia y, por supuesto, Mario Vargas Llosa.

Vargas Llosa es, sobre cualquier otra cosa, un escritor: narrador, ensayista, dramaturgo, articulista. Sin embargo, en tanto figura pública, muchas veces ha participado de los debates de su su tiempo a través de la palabra hablada. Ha dado infinidad de conferencias, entrevistas, charlas y discursos. Ha hablado de su vida, de su obra, de alguna publicación específica, de otros escritores, de literatura en general, de política, etcétera.

Por eso, he hecho una selección de algunas de las declaraciones de Vargas Llosa que más me han gustado, y he incluido algunas de las que considero más importantes. Asimismo, he colocado todos los hipervínculos posibles para que el interesado tenga más material a la mano. Ahora bien, si algo debe quedar claro, es que estas intervenciones solo pueden entenderse como apéndices de la actividad central de Vargas Llosa, que es la de escribir. Lo que diga debe acercarnos o regresarnos a lo que ha escrito.

[Solo un comentario antes de empezar. La mayoría de los discursos de Vargas Llosa han sido incluidos en los volúmenes de Contra viento y marea. Asimismo, hay un tomo de Entrevistas escogidas, cuya selección estuvo a cargo de Jorge Coaguila].

Entrevista con Beto Ortiz

En 2000, Vargas Llosa llegó a Lima para presentar La fiesta del Chivo (su última obra maestra). Para ubicarnos en el contexto: estamos entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones generales. Fujimori y Toledo van a segunda vuelta. El régimen fujimorista empezaba a desmoronarse (la Marcha de los Cuatro Suyos, la aparición del primer vladivideo y la renuncia vía fax de Fujimori terminarían, ese mismo año, por traérselo abajo). Beto Ortiz conducía uno de los pocos espacios no alineados con el gobierno, y Vargas Llosa pudo opinar libremente sobre este tema.

Pero la entrevista es mucho más que eso: luego de tantos años en los que el gobierno había mantenido una campaña contra la imagen del escritor (al que se acusaba de traidor, resentido, racista, envidioso, pornógrafo, agente encubierto de poderes mundiales, etcétera), esta debe haber sido la primera vez en que muchos peruanos se enfrentaban al Vargas Llosa real, sin los filtros impuestos por la dictadura. Es cierto que buena parte del programa se dedicó a hablar sobre la situación política del país, pero también habló sobre sí mismo: hasta donde sé, es la primera entrevista televisiva, al menos en el Perú, en la que Vargas Llosa habla sobre cómo, a los diez años, conoció a su padre, a quien él creía muerto (esta historia abre el primer capítulo de El pez en el agua, «Ese señor que era mi papá»). Ese pasaje, así como otros (en los que habla, por ejemplo, de sus admiraciones y de su familia), sirven para ensanchar la imagen de Vargas Llosa y humanizarla.

Esa entrevista fue transcrita y publicada por Estruendomudo (con útiles notas explicativas elaboradas por el investigador Luis Rodríguez Pastor, autor de Mario Vargas Llosa para jóvenes). Asimismo, sirvió de base para un documental producido por el mismo Beto Ortiz, El inconquistable.

El libro como universo

Esta entrevista recorre la vida de Vargas Llosa, especialmente esos diez años en los que pasó de ser un niño huérfano de padre, mimado por su familia materna, a convertirse en un escritor. Dice el entrevistador: «Entre los diez y los veinte años, [a Vargas Llosa] le pasan muchas más cosas de las que a una persona normal le pasan en toda la vida». La entrevista profundiza en esos primeros años de la vida de Vargas Llosa, su infancia en Cochabamba y en Piura, la aparición de su padre, el colegio militar, los años como periodista en Lima, la vida universitaria. (Todo esto aparece narrado por el propio Vargas Llosa en El pez en el agua, su libro de memorias). La entrevista va un poco más allá, y aborda también el año que Vargas Llosa pasó en Madrid (1958), estudiando los cursillos del doctorado en la Universidad Complutense.

-Sobre París, que es la ciudad donde Vargas Llosa radicó los años siguientes (1959-1966), su propio testimonio aquí.

Conferencia el día del Nobel

El jueves 7 de octubre de 2010, la Academia Sueca anunció que el Premio Nobel de Literatura había sido concedido, ese año, a Mario Vargas Llosa (él mismo narra cómo se enteró del suceso en esta columna para El País). Ese mismo día, unas horas más tarde, Vargas Llosa se dirigió al Instituto Cervantes de Nueva York. Allí, dio una conferencia para los corresponsales de distintos medios del mundo. Es interesante escucharlo responder en tres idiomas: español, francés e inglés.

Discurso del Nobel

En diciembre de 2010, Vargas Llosa pronunció su discurso de aceptación del Premio Nobel, que se convirtió inmediatamente en el más famoso de todos los que ha pronunciado. No es el mejor, sin duda (la variedad de temas que intenta abordar le juega en contra), pero sí es el más emotivo. Vargas Llosa declara su reconciliación con el Perú, rinde homenaje a sus mentores, a sus amigos y a los lugares que lo acogieron, y se quiebra al hablar de Patricia Llosa, su esposa (soy de los que creen que lo ocurrido recientemente no tiene por qué quitarle sinceridad a sus palabras de entonces).

La cocina del escritor

En esta clase magistral (para la Cátedra Alfonso Reyes de México), Vargas Llosa revela algunas claves de su cocina de escritor: la idea de que el narrador es siempre un personaje, que el tiempo y el espacio son construcciones artificiales, etcétera. Quienes están buscando consejos de escritores sobre cómo contar una historia, podrían empezar por este vídeo, para luego continuar con Cartas a un joven novelista, libro donde explica, con más detalle, estas mismas ideas.

-En Lecciones y maestros, Vargas Llosa desarrolla sus ambiciones como narrador (pueden verlo haciendo clic aquí).

-También da una conferencia en la que explica qué busca al Escribir una novela (vídeo, aquí)

La literatura es fuego

En 1966, Vargas Llosa publicó La casa verde, una de sus obras capitales. Al año siguiente, esta novela resultó ganadora de la primera edición del Premio Rómulo Gallegos (que luego ganaron escritores como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Roberto Bolaño y Javier Marías). En la ceremonia de aceptación del premio, Vargas Llosa, que apenas cruzaba los treinta años, pronunció el que fue su discurso más célebre (hasta que, cuarenta años después, recibiera el Premio Nobel): La literatura es fuego.

Este discurso es una declaración de principios: Vargas Llosa reconoce que la situación de los escritores en América Latina es nefasta: sin público, sin una industria editora que los respalde, su futuro siempre es incierto. Y, sin embargo, aclara que tampoco puede buscarse la aprobación de los conciudadanos y los gobiernos, porque el escritor es por naturaleza insumiso, incomprendido y malquerido, ya que su tarea es exhibir los vacíos y las maldades que le ha tocado vivir como miembro de una sociedad y una época determinadas.

El discurso completo está en este link. Aquí voy a compartir solo sus párrafos iniciales, en los que rinde homenaje (en una prosa que, curiosamente, me recuerda a la de García Márquez) a la figura del poeta peruano Carlos Oquento de Amat:

Hace aproximadamente treinta años, un joven que había leído con fervor los primeros escritos de Breton, moría en las sierras de Castilla, en un hospital de caridad, enloquecido de furor. Dejaba en el mundo una camisa colorada y «Cinco metros de poemas» de una delicadeza visionaria singular. Tenía un nombre sonoro y cortesano, de virrey, pero su vida había sido tenazmente oscura, tercamente infeliz. En Lima fue un provinciano hambriento y soñador que vivía en el barrio del Mercado, en una cueva sin luz, y cuando viajaba a Europa, en Centroamérica, nadie sabe por qué, había sido desembarcado, encarcelado, torturado, convertido en una ruina febril. Luego de muerto, su infortunio pertinaz, en lugar de cesar, alcanzaría una apoteosis: los cañones de la guerra civil española borraron su tumba de la tierra, y, en todos estos años, el tiempo ha ido borrando su recuerdo en la memoria de las gentes que tuvieron la suerte de conocerlo y de leerlo. No me extrañaría que las alimañas hayan dado cuenta de los ejemplares de su único libro, encerrado en bibliotecas que nadie visita, y que sus poemas, que ya nadie lee, terminen muy pronto trasmutados en humo, en viento, en nada, como la insolente camisa colorada que compró para morir. Y, sin embargo, este compatriota mío había sido un hechicero consumado, un brujo de la palabra, un osado arquitecto de imágenes, un fulgurante explotador del sueño, un creador cabal y empecinado que tuvo la lucidez, la locura necesarias para asumir su vocación de escritor como hay que hacerlo: como una diaria y furiosa inmolación.

Convoco aquí, esta noche, su furtiva silueta nocturna, para aguar mi propia fiesta, esta fiesta que han hecho posible, conjugados, la generosidad venezolana y el nombre ilustre de Rómulo Gallegos, porque la atribución a una novela mía del magnífico premio creado por el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes como estímulo y desafío a los novelistas de lengua española y como homenaje a un gran creador americano, no sólo me llena de reconocimiento hacia Venezuela; también, y sobre todo, aumenta mi responsabilidad de escritor. Y el escritor, ya lo saben ustedes, es el eterno aguafiestas. El fantasma silencioso de Oquendo de Amat, instalado aquí, a mi lado, debe hacernos recordar a todos -pero en especial a este peruano que ustedes arrebataron a su refugio del Valle del Canguro, en Londres, y trajeron a Caracas, y abrumaron de amistad y de honores- el destino sombrío que ha sido, que es todavía en tantos casos, el de los creadores en América Latina. Es verdad que no todos nuestros escritores han sido probados al extremo de Oquendo de Amat; algunos consiguieron vencer la hostilidad, la indiferencia, el menosprecio de nuestros países por la literatura, y escribieron, publicaron y hasta fueron leídos. Es verdad que no todos pudieron ser matados de hambre, de olvido o de ridículo. Pero estos afortunados constituyen la excepción.

Sobre su propia obra

Las entrevistas televisivas a escritores suelen planear sobre su obra. Es decir, si la mencionan, siempre es de manera superficial, sin detenerse mucho en ella. Esto se debe, en primer lugar, a que la entrevista está dirigida a un público masivo, y por lo tanto el objetivo no es analizar un libro sino invitar a su lectura. La segunda razón es que para analizar una obra hay que prepararse, y muchas veces la inmediatez de la televisión no lo permite.

Por eso,  me parece valiosa esta entrevista del crítico José Miguel Oviedo a Vargas Llosa, en los ochenta. En ella, Vargas Llosa habla sobre las diferencias en la forma que hay entre sus primeras novelas (La ciudad y los perros, La casa verde y Conversación en La Catedral) y la que entonces era la más reciente, La guerra del fin del mundo (1981). Habla también sobre su teatro, sobre el tránsito de sus posturas políticas, sobre la figura del escritor en sus novelas, etcétera.

-Entrevista de César Hildebrandt a Vargas Llosa en 1972, aquí.

– Discurso de Mario Vargas Llosa en la presentación de la edición conmemorativa por los cincuenta años de La ciudad y los perros, aquí.

– Vargas Llosa en el programa español Los escritores (1978), donde habla especialmente del proceso creativo de La tía Julia y el escribidor, aquí.

La vida política

Como sabemos, Vargas Llosa perdió las elecciones generales de 1990 ante Alberto Fujimori. Inmediatamente, viajó a Europa, donde residiría otra vez. En este vídeo, rescatado por CopyPaste Ilustrado, Vargas Llosa da una entrevista en Francia cinco días después de la derrota electoral. Debe haber muchos discursos de campaña, entrevistas y otras manifestaciones del escritor que correspondan a su perfil político, pero este vídeo tiene un valor particular, y por eso quería compartirlo. Hasta ahora se repite que cualquier cosa que dice Vargas Llosa sobre el régimen fujimorista es una declaración producida por la envidia, el resentimiento y el egoísmo. Bueno, aquí está Vargas Llosa:

– En un conversatorio en México, Vargas Llosa califica al continuismo partidario del PRI en México como “la dictadura perfecta”, aquí.

El lector

En este apartado, hay algunos vídeos en los que Vargas Llosa habla sobre otros escritores. Están los clásicos, como Cervantes, Garcilaso y Víctor Hugo, y también los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX, algunos de los cuales fueron amigos de Vargas Llosa, como Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti. Cabe recordar que, en algunos casos, ha estudiado a estos autores. Vargas Llosa ha publicado ensayos sobre Gabriel García Márquez (Historia de un deicidio), Gustavo Flaubert (La orgía perpetua), Víctor Hugo (La tentación de lo imposible) y Juan Carlos Onetti (El viaje a la ficción).

– Sobre Juan Carlos Onetti, aquí.

– Sobre Cervantes y el Quijote, aquí.

– Una conversación con la traductora Aurora Bernárdez, que fue durante años pareja Julio Cortázar, aquí.

– Sobre Víctor Hugo, aquí.