Pasajero Martes, 16 febrero 2016

Cuatro discursos que hablan de ti

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El momento del discurso. Foto: Captura de pantalla

Siempre me han gustado esos discursos breves en los que el ganador, en vez de apurar una lista de nombres con los que se siente en deuda (los productores, la pareja, los hijos), aprovecha la oportunidad para hablar de sí mismo, de quién era él antes de estar allí.

En 2007, al recibir el Oscar a Mejor Director por No country for old men (traducida a Latinoamérica como Sin lugar para los débiles), los hermanos Joel & Ethan Coen agradecieron la oportunidad de seguir jugando a hacer películas:

Ethan y yo contamos historias con cámaras desde que éramos niños. En los sesenta, cuando Ethan tenía 11 o 12 años, tenía un terno y un maletín, así que fuimos al Aeropuerto de Minneapolis con una cámara Super 8, y grabamos una película llamada “Henry Kissinger, Man on the Go”. Y, honestamente, lo que hacemos ahora no se siente diferente a lo que hacíamos entonces. Hay demasiada gente a la que agradecer. Estamos muy agradecidos por haber recibido el premio, y muy agradecidos, también, con todos los que nos han permitido seguir jugando en nuestro rincón de la caja de arena. Así que muchas gracias.    

Bryan Cranston, en 2014, recibió su cuarto Emmy por su papel como Walter White en Breaking Bad, y dijo que de chico se la pasaba siempre buscando atajos, formas de simplificar las cosas, hasta que se encontró con la actuación y la convirtió en un motor que le permitía hacer y arriesgarse.

Yo era un niño que siempre buscaba tomar atajos. Mi propia familia me llamaba Sneaky Pete. ¡Mi propia familia! Bueno, tuve la suerte de encontrar una pasión que creó una semilla que luego floreció, y eso fue maravilloso para mí. Amo actuar. Es mi pasión y lo haré hasta mi último aliento […] Me gustaría dedicar este premio a todos los Sneaky Pete del mundo, que pensaron que quedarse en la mediocridad era una buena idea porque era seguro. No lo hagan, aprovechen la oportunidad, corran riesgos. Encuentren esa pasión, revívanla, enamórense otra vez de ella. Vale la pena. Que Dios los bendiga.

En 2015, Graham Moore, al recibir el Oscar por Mejor Guión Adaptado (por The Imitation Game), contó que a los dieciséis años quiso suicidarse:

Traté de suicidarme a los 16 años, porque me sentía raro y diferente. Y ahora estoy aquí. Quiero aprovechar este momento para dirigirme a ese niño ahí afuera, que siente que no encaja en ninguna parte. Sí encajas, te lo juro. Sigue siendo raro. Sigue siendo diferente. Y entonces, cuando sea tu turno y estés en mi lugar, pasa el mensaje.

Y el último domingo, al recibir el BAFTA a Mejor Actriz de Reparto por Steve Jobs, Kate Winslet se dirigió a una antigua maestra de actuación:

Cuando era más joven, cuando tenía 14 años, una profesora de teatro me dijo que me conformara si [en el futuro] me ofrecían un papel donde interpretara a “la niña gorda”. [Mira a la cámara y sigue]: Mírame ahora.

Lo que siento que debo decir en estos momentos, a cualquier mujer que alguna vez haya sido menospreciada por un profesor, un amigo o un familiar, es que simplemente no los escuchen, porque eso es lo que yo hice. No los escuché y seguí avanzando.

Pude superar todos mis miedos e inseguridades. Y solo seguí haciéndolo. “Sigue creyendo en ti misma”, eso fue lo que yo pensé que tuve que hacer. Yo dedicaría este premio a todas esas mujeres que dudan sobre sí mismas, porque no deberían seguir dudando: deberían ir por sus metas.

«Anda por tus metas», el inspirador mensaje de Kate Winslet http://bit.ly/1PAkcCaVale la pena oírlo.

Posted by Perú21.pe on lunes, 15 de febrero de 2016

Todos ellos hablan de sí mismos, de un punto de sí mismos a partir del cual todo pudo haber sido distinto: el fracaso, la renuncia, la muerte. Y al hablar de ellos, hablan también con las miles o millones de personas que, al escucharlos, se encuentran exactamente en ese mismo punto: creyendo que lo que hacen es un juego de niños, buscando una excusa o un atajo para no atreverse, mirando de cara a la muerte porque quizá sea un mejor lugar que este.

Me parece maravilloso que, entre los nervios, la conciencia de los ojos sobre ellos y la ceguera temporal de los reflectores, haya personas que se hagan un espacio para volver a ese rincón de su vida y hablar consigo mismos, con ese yo que fueron. Y al hacerlo, hablen también con todos los demás, y les den la noticia (tranquilizadora y poderosa) de que existen otras posibilidades.